Según estimaciones antropológicas, ha habido al menos 18.000 dioses, diosas y diversos animales u objetos diferentes adorados por los humanos a lo largo de la historia, lo que hace imposible contar definitivamente el número exacto debido a la diversa gama de culturas y religiones a lo largo del tiempo.
La evolución ha seleccionado claramente un cerebro que puede aceptar un mundo lógicamente absurdo de causas y seres sobrenaturales.
La espiritualidad debe ofrecer algo tangible que mejore la procreación y la supervivencia. De lo contrario, la evolución debería haber optado por creencias y comportamientos tan costosos como construir pirámides gigantescas para albergar a los muertos, hacerse estallar para disfrutar de los placeres del paraíso (más 72 vírgenes) o sacrificar a los hijos como medida de devoción a la propia deidad.
Algunos dioses fueron adorados durante períodos muy largos y luego prácticamente desaparecieron del registro histórico. Por ejemplo, el dios sol Ra fue adorado por muchas culturas diferentes durante miles de años y luego desapareció por completo. Si se mantienen los precedentes históricos, muchos de los dioses adorados hoy serán olvidados y rápidamente reemplazados por otros.
El gris periacueductal es una estructura antigua en el cerebro que se cree que desempeña un papel en nuestra respuesta al miedo, el dolor y el comportamiento altruista. El daño a este circuito del tronco encefálico causa delirios y el síndrome del miembro extraño también cruza este circuito. Este circuito cerebral, y la aparente importancia del gris periacueductal, pueden haber evolucionado para fomentar conductas altruistas y reducir el miedo a vivir en un mundo impredecible.
Fuente:
https://www.psychologytoday.com/us/blog/your-brain-food/202107/why-do-humans-keep-inventing-gods-worship