"La Catrina llegó contenta al panteón en este primero de noviembre, pues sabía que habría fiesta y quería ser el centro del ambiente; con su vestido de encaje y su sombrero de plumas, danzaba entre las tumbas con pasos llenos de fortuna. "Vengan, queridos santos, dejen el descanso eterno, que hoy en su honor encenderemos velas y haremos un buen duelo", decía con voz serena, mientras las almas en procesión le seguían la escena. Entre cempasúchil y veladoras, se oyó la risa de los fieles difuntos que, aunque hoy no era su día, se unieron al conjunto. "¡Salud por los vivos y los muertos!", exclamó la huesuda, brindando con su copa llena de calaveritas de azúcar y dulces de almendra; Mientras la luna en el cielo, cómplice en el juego, iluminaba la fiesta que era ya un espectáculo"
# T.W. Kent #